Volkswagen intenta redimirse del ‘dieselgate’ volcándose en el mercado del coche eléctrico | Empresas

Borrar los escándalos de antaño vinculados al dieselgate con la “ofensiva de modelos” de nueva generación. Esta es la estrategia que Volkswagen ha puesto en marcha desde que la compañía equipó millones de coches con un software para esquivar las pruebas de emisiones, lo que le costó 32.000 millones de euros en multas y sanciones. Un larga espiral de transición y peleas judiciales que ha tenido altibajos, pero con un denominador común: recuperar su credibilidad ecológica migrando del vehículo convencional de gasolina y diésel al eléctrico.

La primera tentativa de la nueva hoja de ruta de la firma dejó mucho que desear. Con el objetivo en el horizonte de vender más coches eléctricos que Tesla a nivel mundial para 2025, la empresa alemana fracasó estrepitosamente con sus primeros modelos debido a un software defectuoso y al escaso interés de los consumidores en los autos eléctricos, especialmente en el Viejo Continente.

Lejos de ondear la bandera blanca, Volkswagen quiere realizar un nuevo lavado de cara presentando en septiembre la nueva generación de coches eléctricos. Desde la compañía lo presentan como una nueva era de crecimiento con Oliver Blume a la cabeza, quien fue nombrado consejero delegado hace tres años. Desde su llegada ha establecido alianzas con startups de software y vehículos eléctricos para mejorar los productos de la empresa y está reduciendo costes para incrementar las ganancias.

Blume habla de lo que llama una “ofensiva de modelos”, con 30 nuevos coches en 2024 y la misma cantidad prevista para este año. “El entorno actual es extremadamente desafiante”, dice Blume, quien afirma: “Estamos manteniéndonos firmes”.

Los resultados de la entidad durante el el primer semestre del año dejaron en evidencia las carencias operativas de la compañía, que obtuvo un beneficio neto atribuido de 4.005 millones de euros durante los seis primeros meses de 2025, un 36,6% menos que un año antes, en un entorno complejo por los aranceles, según recuerda Bloomberg.

Aun así, en el mercado europeo, Volkswagen está ganando terreno al rival por antonomasia del sector: Tesla. El fabricante alemán ha eclipsado a la compañía de Elon Musk con un mayor número de ventas y mayor calidad, aprovechando la debilitada imagen del multimillonario, que acapara más portada por sus polémicas políticas que por sus negocios.

El grupo está camino de convertirse en el principal fabricante de eléctricos en Europa, por delante de Tesla, Stellantis y Renault. En China, los primeros modelos adaptados a los gustos locales, desarrollados junto a un socio chino, llegarán a los concesionarios el próximo año

Cambio de rumbo con Blume

Volver a apostar por el coche eléctrico, a sabiendas de que ya se había fracasado con anterioridad, era cuando menos arriesgado. Aun así, desde que Blume asumió el puesto de consejero delegado, los esfuerzos de la compañía se han centrado en convertir los modelos de esta índole en el núcleo estratégico de la multinacional alemana.

Para ello, redujo el tamaño de la debilitada unidad de software Cariad, moderó las ambiciones de Volkswagen en materia de baterías y cerró asociaciones por unos 8.000 millones de dólares con Xpeng en China y Rivian Automotive en EE UU para ayudar a desarrollar tecnología eléctrica y software.

En diciembre, Blume alcanzó un acuerdo con los líderes sindicales para reducir la plantilla de la marca principal VW en 35.000 trabajadores y recortar el exceso de capacidad en sus fábricas alemanas. Porsche y Audi están apresurándose a implementar sus propios planes de reducción de costes; ambas se encuentran entre las marcas más expuestas a los aranceles del presidente Donald Trump, ya que todos los coches que venden en EE UU son importados. Y ambas están perdiendo cuota de mercado en China, donde el gasto en lujo se ha desplomado debido a la crisis inmobiliaria del país.

En julio, tras repetidos recortes en las proyecciones de beneficios, Blume envió un memorando a los empleados diciendo que el modelo de negocio de Porsche “ya no funciona” y que la dirección necesita buscar recortes de costes más profundos.

Mientras tanto, en EE UU, la marca eléctrica Scout de Volkswagen está construyendo una nueva fábrica en Carolina del Sur para fabricar las robustas camionetas que actualmente faltan en su portafolio. Pero la demanda de camiones eléctricos ha retrocedido, y la eliminación por parte de Trump de los subsidios de 7.500 dólares para eléctricos hace inciertas las perspectivas de la marca.

Con todo, Blume insiste en que el incipiente cambio de rumbo es real y que su empresa puede mantener el impulso con la avalancha de nuevos modelos.

Por otro lado, recalca que la empresa debe adaptarse a las nuevas realidades del mercado: un presidente estadounidense reacio a los eléctricos, una débil adopción de los coches eléctricos en Europa y un creciente interés en los híbridos enchufables en China. “Debemos seguir trabajando en nuestro modelo de negocio. Las condiciones de las últimas décadas ya no se aplican”, afirma.

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