Los bancos están a favor de usar los euros digitales, pero están en contra del euro digital | Opinión
Todos los ministros de economía de los países de la Eurozona han acordado unánimemente seguir adelante con el proyecto conocido como euro digital. Ha sido un respaldo muy importante a este proyecto en el que el BCE y la Comisión Europea llevan trabajando más de cinco años.
Por el contrario, los bancos europeos están en contra del proyecto euro digital. Quieren pararlo, pero están a favor de seguir usando ellos los euros digitales. Ahora los usan sin parar. ¿Por qué si les gustan tanto los euros digitales están en contra del proyecto euro digital? Muy sencillo: porque perderían un privilegio, porque los bancos son ahora los únicos que pueden tener y usar los euros digitales. Utilizan los euros digitales todos los días para hacer sus pagos entre ellos y con el BCE. Y pueden acceder a los euros digitales porque el BCE ha construido una infraestructura informática para que ellos –pero solo ellos– puedan usar estos euros.
Los bancos no podrían sobrevivir si el BCE dejara de emitir euros digitales y solo pudiera emitir euros físicos. Los bancos no podrían liquidar sus pagos y el BCE tendría que darles en billetes las enormes cantidades de ayudas de liquidez que ahora les entrega en euros digitales.
Los bancos tienen billones de euros digitales en cuentas corrientes en el BCE. Pero los ciudadanos y las empresas europeas que no son bancos no pueden tener ni usar los euros digitales. Además, el BCE les remunera estas cuentas. El BCE ha pagado estos años a los bancos europeos unos 200.000 millones de euros como remuneración por sus depósitos en euros digitales, mientras que los bancos comerciales no han remunerado los depósitos a la vista de sus clientes, los ciudadanos y empresas europeas.
El proyecto denominado euro digital consiste en que el BCE va a construir una infraestructura informática para que todos los ciudadanos y las empresas europeas que no son bancos puedan usar los euros digitales.
Ahora los ciudadanos y empresas europeas pueden usar los euros físicos –los billetes– emitidos por el BCE, pero todavía no pueden usar los euros digitales emitidos por el BCE. Ahora, si los ciudadanos europeos necesitan usar un medio de pago digital, no les queda más remedio que usar los depósitos bancarios que, por cierto, no son depósitos de dinero, sino promesas de devolver dinero, promesas que pueden entrar en crisis.
A los bancos les gustaría que esto no cambiara porque piensan que, si se dejara a todos usar los euros digitales, es posible que algunos –o muchos– prefirieran tener euros digitales en vez de colocarlo en los bancos.
Y tendrían razón para preocuparse si, de la noche a la mañana, se dejara a los ciudadanos europeos tener euros digitales como ahora pueden tener euros físicos. Pero no tienen razón, porque el proyecto del BCE no propone que la liberalización de la banca sea total e inmediata. El proyecto del euro digital no va a dejar a los ciudadanos una libertad total de elegir si quieren usar o no el euro digital. El BCE ha introducido muchas limitaciones, precisamente para evitar que los bancos tengan problemas.
El proyecto de Fráncort propone iniciar el proceso de liberalización de la banca dando un paso muy pequeño, muy limitado, pero va en la buena dirección. Por ejemplo, dejará a los ciudadanos y a las empresas europeas la libertad de elegir empresas proveedoras de servicios de pagos digitales que no sean bancos.
Si ya están de acuerdo el BCE, la Comisión y los ministros de todos los países en empezar este proceso de liberalización, ¿cómo podrían los bancos parar el euro digital? El peligro está en que los bancos han convencido a algunos diputados del Parlamento Europeo de que retrasen el proyecto del euro digital.
En especial, los bancos han convencido a un español que será el ponente encargado de preparar el informe del Parlamento y que ya está haciendo algunas declaraciones contra el euro digital con los mismos argumentos que los bancos han estado propagando estos cinco años para intentar parar este proyecto. Estos argumentos son muy débiles y no han convencido ni al BCE, ni a la Comisión ni a los ministros de economía de los países europeos, pero podrían convencer a muchas personas que no saben que parar el euro digital significa no dejarles elegir y seguir sin que haya competencia en los servicios de pagos y de financiación.
La liberalización de la banca consiste en dar libertad de elección, en dejar que los ciudadanos decidan si quieren usar o no los euros digitales. No debe ser el Estado, en este caso el Parlamento Europeo, el que considere que los ciudadanos no deben poder decidir si quieren o no usar los euros digitales. Y, para que haya competencia en los servicios de pagos y de financiación, la liberalización consiste en nivelar el campo de juego, en suprimir los 15 privilegios y protecciones que los bancos consiguieron del Estado en el pasado y que yo explico en detalle en mi libro Adiós a los Bancos (Taurus, 2020).
El proyecto euro digital es solo el comienzo de la liberalización de las actividades bancarias. Si los bancos y sus parlamentarios consiguieran parar o retrasar el inicio de este proceso, los daños para todos los demás –los ciudadanos y las empresas que no son bancos– serían inmensos.
