La abundancia de liquidez, el combustible secreto de los máximos bursátiles | Mercados Financieros
El dinero fluye en abundancia desde los bancos centrales a las entidades bancarias y en el mercado financiero no hay señales de estrés, los precios de compra y de venta casan sin dificultad, sin primas de riesgo disparadas. Estos son los dos ejes fundamentales que definen el entorno actual de abundancia de liquidez, uno de los ingredientes clave que está sustentando los máximos bursátiles y el apetito por el riesgo. Pese al descenso en el tamaño del balance de los bancos centrales y a las enormes incertidumbres que rodean la economía y los mercados financieros —aranceles, alto riesgo geopolítico o deterioro de la independencia de la Reserva Federal—, el sistema financiero navega sin sobresaltos bajo el atento seguimiento de las autoridades monetarias y sobrado de dinero para sostener el apetito por el riesgo, según muestran los indicadores de liquidez tanto monetarios como financieros.
“Hay mucho dinero. La masa monetaria está en máximos, a pesar de que los bancos centrales están reduciendo balance. Y toda esa liquidez tiene que ir a algún sitio”, señala Jacobo Blanquer, consejero delegado de Tressis Gestión. Los bancos centrales pusieron a toda máquina el mecanismo para crear dinero durante la gran crisis financiera de 2008 y durante la pandemia y aunque la intensidad con la que inyectan dinero a la economía ha descendido notablemente, mientras han ido recortando los tipos de interés, lo han hecho a un ritmo pausado, sin poner en cuestión el raudal de liquidez del sistema. ¿Pero en qué consiste esa abundancia y cómo medir la cantidad de dinero que fluye por la economía y el mercado financiero?
La abundancia de liquidez que señalan banqueros centrales y agentes económicos y financieros se basa en síntomas como un acceso al crédito sencillo, facilidad para colocar deuda soberana y corporativa, operaciones de compraventa baratas —en un mercado en el que los brókeres se fían unos de otros— y entradas de dinero en Bolsa y bonos después de cada caída de los precios.
“No hay una forma canónica de medir la liquidez. Y su abundancia sí tiene una relación directa con la buena marcha de los mercados”, explica José Manuel Amor, director de análisis económico y de mercados de AFI. Bank of America recoge datos de flujos de fondos que muestran entradas récord de dinero en las últimas cuatro semanas en oro, coincidiendo con los máximos del metal, y también potentes entradas en fondos cotizados (ETF), las segundas mayores de la historia en las dos últimas semanas.
El primero de los indicadores que revela si hay abundancia de dinero o no es la masa monetaria en circulación, que se estructura en varios niveles. El primero (M1) con las monedas y billetes en circulación y los depósitos a la vista, el dinero más líquido. El segundo nivel (M2), con los depósitos a plazo de hasta dos años. Y el tercer nivel (M3), con los fondos monetarios. En la zona euro, la M2 asciende a 15,74 billones de euros y la M3 se sitúa en 16,9 billones, niveles ambos sin precedentes, según los datos del BCE. “Otros indicadores de la abundancia de liquidez pueden ser el crédito al sector privado o los niveles de déficit público y emisión de deuda. De hecho, la política monetaria y fiscal son formas de introducir y drenar dinero al sistema”, añade Amor. Así, la buena salud del mercado de deuda pública, capaz de absorber sin problema las enormes emisiones de bonos soberanos —también en cuantías récord a nivel global—, son otra muestra de la abundancia de dinero dispuesto a invertir.
Los bancos centrales ponen el dinero en el sistema, bien a través de compras de deuda soberana o de líneas de financiación a las entidades para que concedan crédito. Y otra de las principales referencias para calibrar la abundancia de dinero es precisamente el exceso de liquidez de la banca: cuánto le sobra a los bancos una vez cumplidas las reservas mínimas con las que asegurar la disposición de efectivo de sus clientes. Ese exceso está ahora en los 2,626 billones de euros en la zona euro y se ha reducido desde los más de 4,7 billones de noviembre de 2022. Los bancos han ido devolviendo al BCE el dinero que les prestó de forma extraordinaria —líneas TLTRO—, aunque aún atesoran un exceso de liquidez muy notable. Según reconocía Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, en una entrevista con Reuters a principios de septiembre “por ahora, el recurso a nuestras operaciones de refinanciación estándar sigue siendo reducido, ya que el exceso de liquidez sigue siendo abundante y a los bancos les resulta más barato financiarse a través de los mercados que recurrir a nuestras operaciones”.
Pero para calibrar la abundancia de liquidez también hay que analizar qué sucede en el mercado financiero, si el dinero que inyectan los bancos centrales se negocia de forma fluida o no y si, en definitiva, hay o no estabilidad financiera. Como explica Eduardo García, economista senior de Mapfre Economics, “los bancos centrales suelen hacer unos indicadores sintéticos de condiciones financieras donde abarcan el comportamiento ordenado de los mercados de divisas, renta variable, renta fija, crédito… Con esto buscan examinar si aparecen en el mercado “primas de liquidez”, es decir, dónde a pesar de tener una oferta de dinero predecible desde el punto de vista monetario, los participantes no la utilizan para intercambiar activos eficientemente”. Así, los bancos centrales pueden inundar de liquidez las tuberías monetarias pero necesitan que después el mercado (bancos y otros agentes financieros) no detengan el sistema de fijación de precios y estén dispuestos a ponerlos de forma correcta.
Uno de los indicadores más seguidos para apreciar si existen o no esas turbulencias o primas de liquidez es el Índice Nacional de Condiciones Financieras (NFCI por sus siglas en inglés) que elabora la Reserva Federal de Chicago. “Yo lo llamo las constantes vitales del mercado”, asegura Ignacio Fuertes, director de inversiones de Miraltabank. El índice actualiza cada semana las condiciones financieras en EE UU en los mercados monetarios y de renta fija y variable, tanto en los sistemas bancarios tradicionales como en la banca en la sombra. Un valor positivo refleja condiciones financieras más restrictivas —en la pandemia se disparó a los 0,25 puntos y en la crisis de Lehman alcanzó los 3— y un valor negativo, condiciones financieras más laxas. Ahora está en los -0,57 puntos, mínimo del año (subió a los -0,39 en abril) y el nivel más bajo desde noviembre de 2021.
Ignacio Fuertes opina que el exceso de liquidez es más evidente en lo que respecta a los indicadores monetarios que a los financieros y asegura que hay mucha liquidez que está parada, sin decidirse a tomar riesgo. El ejemplo más claro son los más de 7 billones de dólares en fondos monetarios en el mercado estadounidense, un volumen récord que en su opinión saldrá del letargo en busca de más rentabilidad solo cuando finalicen las bajadas de tipos en EE UU. Otro indicador que vigila es el nivel de apalancamiento de los brókeres en EE UU: el valor de esas posiciones apalancadas ha alcanzado por primera vez el billón de dólares. “Eso también es liquidez, fast money. Y su evolución es un calco de los máximos de la Bolsa. La liquidez se está acercando a los niveles previos a la burbuja pero hay que ponerla en el contexto de toda la masa monetaria que se ha creado en los últimos años y del IPC. No es tan excesiva“, asegura.
