Yoseyomo: Criptomonedas a prueba de fuego | Negocios
Un disco de titanio de cinco centímetros de diámetro y tres milímetros de grosor —casi el doble que una moneda de dos euros—. Es frío al tacto, pesa 21 gramos y resiste a temperaturas superiores a 1.700 grados. Su creador, Iñaki Zubeldia, lo describe como “indestructible”. Está diseñado para guardar sobre su propia superficie, y de forma encriptada, las 24 palabras que forman la frase semilla de una billetera de criptomonedas, la llave que da acceso a los fondos digitales.
“La gente es un desastre con la seguridad”, sostiene Zubeldia. Apasionado del mundo cripto, este diseñador gráfico de 43 años nacido en Zaragoza vio cómo muchos inversores perdían para siempre sus activos por haber extraviado o destruido involuntariamente su frase semilla. Decidió convertir esa debilidad en un negocio y, en mayo de 2024, lanzó al mercado su particular caja fuerte para divisas digitales, el Yoseyomo. Desde entonces, la start-up, de nombre homónimo y que comercializa los discos metálicos por todo el planeta, ha facturado en torno a 100.000 euros.
El producto nació de una paradoja: las criptomonedas prometen independencia y soberanía financiera —“tú eres tu propio banco”, repiten sus defensores y el propio Zubeldia—, pero esa libertad conlleva un riesgo enorme. Si pierdes las claves, no hay teléfono al que llamar ni servicio técnico que te salve.
Según la firma de criptoactivos Chainalysis, entre 2,3 y 3,7 millones de bitcoins se han perdido definitivamente, lo que representa entre el 11% y el 18% del suministro máximo fijo de bitcoin, que es de 21 millones de monedas. El valor de estos activos perdidos se sitúa entre 220.000 y 354.000 millones de euros. “La causa se atribuye principalmente a claves privadas y frases semillas olvidadas o destruidas”, destaca la misma empresa por email.
Desde el Palacio de Cibeles de Madrid, Zubeldia muestra orgulloso sus Yoseyomo. Él los ha diseñado, una empresa alemana los fabrica y, junto al cofundador de la compañía Álvaro Campos —a quien conoció en una comunidad online de trading— comercializa los tres modelos disponibles: desde 89 euros el más económico hasta 149 euros el más resistente. A mediados de octubre, en este espacio luminoso en pleno centro de la capital, se celebra el evento Merge, que reúne a empresas e inversores del mundo cripto.
A Zubeldia le acaban de anunciar que su empresa figura entre las cinco finalistas del concurso de start-ups. Su candidatura combina los pequeños pero irrompibles discos metálicos y un nuevo producto que pretende lanzar en noviembre: Inheritans. Se trata de un espacio digital que custodia la herencia de criptomonedas, otros activos e incluso recuerdos. “Este servicio añade una capa de seguridad al Yoseyomo”, señala Zubeldia.
Las palabras semilla se muestran en forma de pequeños agujeros sobre la superficie del disco metálico. Y el sistema de encriptación que permite leer esos agujeros está descrito en la web de la empresa. Eso supone su principal punto débil: si alguien encuentra o roba el dispositivo y accede a la página, podría descifrar las palabras semilla. Por eso Zubeldia recomienda dejar la billetera aparentemente vacía y que los fondos solo se revelen introduciendo una contraseña adicional, cuya custodia se delega en Inheritans.
Toda seguridad parece poca para que no se repita lo que le ocurrió a un cliente suyo: perdió el acceso a bitcoins cuyo valor actual supera los 45 millones de euros después de destruir accidentalmente el papel en el que guardaba su frase semilla. A este hombre, un soldador de Bilbao de 60 años, Zubeldia lo conoció a través de su canal de YouTube, donde explica a sus 41.000 suscriptores el complejo —y para muchos incomprensible— mundo de las criptomonedas. “El señor puede ver cuánto dinero tiene, pero no puede firmar transacciones. Le dije: ‘Tío, quítate la aplicación”, relata Zubeldia.
