Stephen Miran, un disidente en la Fed para hacer cumplir los designios de Trump | Mercados Financieros
De economista de cabecera de Donald Trump a tener voz y voto (disidente) en la política monetaria estadounidense. El economista Stephen Miran se ha estrenado este miércoles en el Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC por sus siglas en inglés) dejando claro su disidencia. “Nunca voy a afirmar ser la persona más inteligente de la sala —aseguró meses atrás en una entrevista—, pero me alegra ser la persona más pesada de la sala”. Dicho y hecho. En su primera reunión del FOMC, prácticamente horas después de su nombramiento, fue el único en votar contra un recorte de 25 puntos básicos, que sí apoyaron, por el contrario, los dos disidentes de la reunión de junio. Él quería más, concretamente 50 puntos básicos.
Miran, de 42 años, ha pasado en menos de dos años de cerrar el fondo de inversión libre (hedge fund) que había fundado con otros socios, Amberwave, a convertirse en el presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump y lograr un puesto entre los máximos responsables de la política monetaria de Estados Unidos. Su nombramiento, a propuesta del presidente estadounidense y ratificado por la mínima por el Senado —48 votos a favor frente a 47 en contra— le convierte en el primer miembro del poder ejecutivo que accede a la junta de gobernadores de la Fed desde que la institución reformara sus estatutos de gobernanza en 1935 y el Congreso de EE UU blindara a los gobernadores del banco central del control presidencial.
El economista, forjado en Wall Street y firme defensor de Trump, cubre la vacante dejada por Adriana Kugler, quien dejó de forma inesperada su cargo a comienzos de agosto y cuyo mandato expiraba en enero de 2026. La temporalidad del puesto —al que podría aferrarse en caso de que prospere el procedimiento de despido de la gobernadora Lisa Cook por supuesto fraude hipotecario— ha llevado a Miran a no abandonar su trabajo en la Casa Blanca y, en cambio, acogerse a una excedencia. Una decisión no exenta de críticas, más aún cuando tiempo atrás se había mostrado en contra de las puertas giratorias de las que han disfrutado antiguos responsables de la Fed hacia el poder ejecutivo. “Lo considero parte de la estrategia general de Trump de someter la política monetaria a un mayor control de la Casa Blanca”, ha llegado a asegurar a The Wall Street Journal Greg Mankiw, quien fuera responsable del Consejo de Asesores Económicos bajo el mandato de George W. Bush.
Su desembarco en la Fed le convierte en el ariete de Trump en la institución y puede ayudar a abonar aún más el estado de crispación mediática al que ha sometido el republicano al banco central desde que arrancara la precampaña de las elecciones de 2024. Una parte de la agenda económica del republicano ha consistido desde entonces en criticar vorazmente las decisiones de la institución en materia de política monetaria —insultos incluidos a su presidente Jerome Powell—, defender una fuerte rebaja del precio del dinero. También para dejar claro ante su electorado que el tipo de interés de referencia para la compra de vivienda en EE UU está en niveles elevados por culpa de Powell.
Por mucho que Miran se encargara días atrás de recalcar en el Senado que ejercería su papel como gobernador de la Fed con independencia del poder ejecutivo, el mercado da por sentado que dejará impronta en las decisiones de política monetaria de la institución. Está por ver qué rol adopta: si elige una demolición controlada o una de elevada exposición mediática al más puro estilo Trump. Christopher Waller, uno de los dos gobernadores de la Fed que votaron en contra de mantener las tasas en la cita de julio aludiendo a la debilidad del mercado laboral, y uno de los candidatos a suceder a Powell a partir de mayo, incidía en una reciente entrevista la importancia de saber cómo defender una postura disidente. “Si alguien fuera a disentir en todas las reuniones, pase lo que pase, como un yihadista, entonces no tendría que presentarse”, apuntó para añadir: “Es importante asegurarse de que, si se disiente, se haga con cuidado y se tengan las razones correctas”.
De momento, en su primera votación se ha significado, aunque no ha volado todos los puentes abogando (como hizo su valedor) por recortes aún más agresivos. La contención de Waller y Bowman (que votaron contra el mantenimiento de tipos en julio) pudo ayudar. Pero la polémica sobre su nombramiento se ha reflejado también en su toma de posesión del cargo de gobernador de la Reserva Federal. Si lo habitual en estos casos es que hubiese jurado su cargo ante Jerome Powell o cualquiera de los otros gobernadores, lo hizo ante la jueza federal de Atlanta, Elizabeth Branch.
Su ideario económico está reflejado en las 41 páginas que integran A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System (traducido como Una guía de usuario para la reestructuración del sistema comercial global). Se trata de un trabajo en el que viene a plasmar el acuerdo de Mar-a-Lago, según el cual EE UU debería favorecer que otros países fortalecieran sus divisas frente al dólar para lograr así impulsar la industria estadounidense y cumplir el eslogan de Hacer Grande a América de Nuevo (Make America Great Again). Todo ello provocaría una reestructuración de la deuda estadounidense que acabaría obligando a la Fed a intervenir en el mercado. Por lo pronto, la política arancelaria de Trump ha puesto patas abajo las relaciones comerciales de EE UU con sus principales socios económicos, que se acompaña por una fuerte debilidad de la divisa estadounidense. En el año el euro se aprecia más del 13% ante el billete verde.
“La raíz de los desequilibrios económicos radica en la persistente sobrevaloración del dólar, que impide el equilibrio del comercio internacional”, apunta el documento que en otro momento asegura que “la imposición de aranceles generalizados y el abandono de la política del dólar fuerte pueden tener algunas de las repercusiones más amplias de cualquier política en décadas, remodelando fundamentalmente los sistemas comerciales y financieros mundiales”. Para evitar el impacto negativo de esta política, comenta Miran, se “requerirá un enfoque gradualista o la coordinación con los aliados o la Reserva Federal en lo que respecta al dólar. El potencial de volatilidad económica y de los mercados es considerable, pero hay medidas que la Administración puede tomar para minimizarlo”.
