
Ponferrada : Las protestas de los activistas en favor de Palestina sacuden la Vuelta a España: “Los ciclistas tienen miedo” | Ciclismo | Deportes
Cae un incesable txirimiri en la Avenida de Galicia en O Barco de Valdeorras, inicio de la 17ª etapa de la Vuelta, y ya se sucede el goteo de los autocares de los equipos. Todo en calma, aunque el del Israel-Premier Tech está parapetado por dos coches de policía, pues no se sabe qué puede ocurrir. Ya le han lanzado tomates al cristal del mismo modo que a los ciclistas les han fastidiado un par de noches en los hoteles. Además, en cada etapa se suceden los altercados. Es el derecho a manifestarse del ciudadano y son las protestas de los activistas en favor de Palestina, ahora que el Gobierno de España ya habla del genocidio en la Franja de Gaza. Un clamor para tratar de expulsar al equipo de Sylvan Adams, propietario del Israel-Premier Tech, canadiense y sionista, íntimo también del primer ministro Benjamin Netanyahu, con quien actúa de herramienta para lavar la imagen que proyecta el país en el exterior, como evidenció al poner millones y millones para que el Giro de 2018 saliera desde Jerusalén. Pero, en ocasiones, las protestas son peligrosas y eso preocupa al pelotón al completo, que ya no mira al asfalto, sino que tiene que atender a lo que pasa en las cunetas, por si acaso. Y por eso los corredores lanzaron un ultimátum este miércoles.
Desde el pelotón reina el silencio o, al menos, el anonimato, ya que los que se pronuncian piden que su nombre no salga reflejado. “En la etapa anterior, lanzaron cristales de botellas y hasta chinchetas y clavos en la neutralizada. Ante esas cosas, el pelotón tiene miedo”, expresa un director de equipo. “Chinchetas en la cara de algún ciclista…”, confirman desde uno de los staffs deportivos. También se taló un árbol que cortó la carretera —aunque la Guardia Civil, advertida y provista de motosierras, lo solucionó a tiempo— y, debido a los incidentes en meta, se adelantó el final de la etapa en ocho kilómetros, como también se hizo en Bilbao unos días atrás, cuando la Ertzaintza no pudo contener a los manifestantes. “Ese es el problema”, señala un policía; “que solo nos dejan contener. Pero desde el Gobierno no se nos permite actuar de otra forma, con cargas”. Pero sí que se está reforzando a cada día a los equipos de los cuerpos policiales y de seguridad, al punto que ahora, en esta 17ª etapa, hay una Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía mientras que para Madrid, este domingo, donde se presupone que se multiplicarán los manifestantes, ascenderán a diez unidades.
“El dispositivo de seguridad para las dos últimas etapas de la Vuelta contará con un refuerzo extraordinario por parte de Policía Nacional y Guardia Civil”, explicaron desde la Delegación del Gobierno tras la reunión de coordinación de seguridad celebrada este miércoles. El delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín Aguirre, presidió el acto junto a componentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil; de la Dirección General de Tráfico; del Ayuntamiento de Madrid (Policía Municipal, Bomberos, SAMUR y Agentes de Movilidad); alcaldes, concejales y representantes de la Policía Local de una quincena de municipios por los que discurre el recorrido; de la Real Federación Española de Ciclismo, y Unipublic, organizadora de la prueba.
Así, se sabe que en Madrid, se desplegarán 400 agentes de Guardia Civil, que se sumarán a los que componen el dispositivo que acompaña a la prueba de forma habitual, y 1.100 de la Policía Nacional —lo que supone el mayor esfuerzo desde la celebración de la Cumbre de la OTAN en Madrid—, que contará con la presencia de la Unidad Especial de Subsuelo, que ya desde el día anterior revisará todo el recorrido, la Unidad Especial de Guías Caninos, la Unidad de Prevención y Reacción; la Brigada Móvil; drones y antidrones; un helicóptero, y la colaboración de las comisarías locales de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes. “El ciudadano tiene derecho a la manifestación, pero se tiene que compaginar con la seguridad y que no ponga en riesgo la integridad de los ciclistas ni de los que acuden a verlo”, resolvió el ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska; “esperemos que la calma, buen hacer y sensibilidad de todos dé con un desarrollo absolutamente normal de la competición”.
Pero eso no ha ocurrido hasta el momento y por eso el pelotón escenificó lo que desde hace días hablaban en carrera entre todos. Así, con un representante de cada equipo y en voz de todos, resolvieron que seguirían en la carrera, pero, en caso de que se produzcan de nuevo incidentes, pondrían el pie en el suelo y no correrían más en la competición. “En el ciclismo, en los últimos años, corredores y equipos no hemos estado unidos. Pero ahora, como tiene que ser, el pelotón tiene que estar unido en situaciones como esta. Puedo estar o no de acuerdo, pero debe imperar lo que piensa el pelotón”, resolvió Vingegaard, líder de la Vuelta. Desde la organización dicen que se seguirá hasta el final y confían en que todos los cuerpos policiales y de seguridad, a cada día multiplicados los refuerzos, puedan garantizar la seguridad de los corredores.
“Lo peor es la incertidumbre. Tenemos miedo y mucha inseguridad. Lo malo es que no podemos controlarlo, aunque confiamos en la organización y las medidas de seguridad”, expone un director de equipo que acepta hablar sin mencionar su nombre. “Sí, tienen mucho miedo”, ratifica Iker Camaño, de la Asociación de Ciclistas Profesionales; “es muy difícil correr así porque están pendientes de lo que sucede fuera de la carretera”. Y otro director deportivo anónimo, añade: “Están estresados. Entienden y respetan el derecho a protestar, pero se ven vulnerables y tienen miedo porque no saben lo que se encontrarán detrás de una curva, si tienen que frenar… En fin, tratamos de mantenerlos en calma con charlas”. Y uno último, de nuevo bajo la omertá, agrega: “Hay miedo y preocupación porque hemos visto movidas muy fuertes. Es un evento deportivo y no queremos vivir estas situaciones tan peligrosas, como lo que le sucedió a Romo”. Romo es Javier Romo, ciclista del Movistar, que se debió retirar de la competición en la jornada anterior porque un manifestante le asustó y se cayó: heridas múltiples. “Eso es demasiado”, señala un ciclista del pelotón; “la gota que colma el vaso. ¿No ven que somos muy vulnerables, que vamos muy rápido y una caída nos puede hacer mucho daño?”.
Desde los equipos, por otra parte, solicitan que se les advierta antes de las incidencias que acaecen durante la carrera. “La información de que se adelantaba el final de etapa nos llegó a 18 kilómetros de meta. Es por eso que los coches de cada equipo que van por delante nos avisan de los posibles incidentes que puedan darse”, explican; “pero entendemos que todo esto es muy complicado para la organización porque es algo que no ha pasado nunca”. Como tirar un árbol en mitad de la carretera. “Bueno, ahí lamentamos que no teníamos las bicis de mountain-bike”, bromea uno. “¡Ah! Y para hoy les he dicho a los chicos que les voy a poner ruedas altas y cascos aeros para que disputen el sprint, ya que no se va a acabar la etapa…”, se suma otro, con humor. “Es que hay que bromear”, tercia un tercero; “hay que hacer un poco distendido porque los ciclistas están nerviosos y preocupados. Pero es lo que hay y hay que aprender a vivir con ello ahora mismo”. Entre otras cosas porque todo el pelotón entiende que Israel no se retire de la competición. “Se lo han ganado igual que nosotros”, explican. Pero todo tiene un límite. Y, advierten, no puede volver a cruzarse. Tienen miedo.