Norris se rompe después de conseguir su primer título de campeón de Fórmula 1: “Parezco un ‘loser’” | Fórmula 1 | Deportes

Una de las primeras frases de Lando Norris como campeón fue de lo más elocuente por su parte, por más que no lo pretendiera. “Parezco un loser”, dijo el piloto de McLaren, por aquello de que el mundo entero pudiera verle y escucharle completamente roto, con un llanto sincopado que le impedía lanzar un mensaje elaborado, más allá de gracias, gracias y más gracias. Sobre todo, a su equipo, con el que lleva siete temporadas en las que siempre ha ido a más; y a sus padres, que han invertido tiempo y varios millones de euros en programarle para el momento que vivió ayer, en Abu Dabi. Los sollozos de Norris son la reacción más lógica a la brutal descompresión que sintió nada más cruzar la meta el tercero, la última plaza que le aseguraba una corona que se le complicó mucho más de lo que nadie podía imaginar hace unos meses. Ha sido una demora de 153 grandes premios, mucho menor que los 345 eventos y los 17 años que ha tenido que esperar McLaren, hasta que ha cuadrado el coche más afilado de todos.

Y, sin embargo, a pesar de disponer del mejor monoplaza de la parrilla, los errores propios en según qué casos, combinados con los de la escudería de Woking (Gran Bretaña) en según qué otros, revitalizaron las opciones de Max Verstappen y Red Bull, que se sumaron encantados a la gresca y que a punto estuvieron de dar la campanada. En todo este proceso, Norris ha sufrido en silencio, dejando a la intemperie según qué rasgos de su carácter extraños de ver en un ecosistema como es la F1. Los más relevantes son la autocrítica, feroz en muchas ocasiones; y la permeabilidad ante según qué comentarios dirigidos hacia él. Lidiar con la autoexigencia no es fácil en un entorno tan competitivo, mientras que, para combatir el segundo, el muchacho de Somerset tomó la decisión de reducir drásticamente el tiempo que dedicaba a las redes sociales, donde es un auténtico fenómeno de masas.

A sus 26 años, Norris se convierte en el undécimo británico en proclamarse campeón, y en el 35º piloto de la historia en conseguirlo. “No pensaba que fuera a llorar, y no paro de hacerlo”, repetía el de McLaren, protagonista del post gran premio, primero en la misma pista y después ya en el podio, donde volvió a desmoronarse. “Ahora ya sé qué siente Max”, comentó en referencia al póquer de títulos que había encadenado el holandés, entre 2021 y 2024. “He soñado con esto durante mucho tiempo. Una temporada tiene muchos altibajos, pero nada importa si terminas ganando”, resumió el protagonista de este domingo. “No hay mucha gente en el mundo, ni siquiera en la F1, que pueda experimentar lo que he vivido yo. Estoy más contento por la gente que me ha acompañado que por mí mismo”, soltó, después de plantarle un beso a Magui Corceiro, su pareja, también empapada en lágrimas por lo que acababa de culminar su chico.

Norris salió campeón del circuito de Yas Marina, pero no deja de ser llamativo que el mayor reconocimiento se lo llevara Verstappen, un monstruo que ha completado su mejor temporada, aunque no haya ganado. Sin embargo, lo que ha hecho Mad Max este año está muy por encima de lo que exhibió en las últimas cuatro campañas, en las que se llevó el premio gordo. A pesar de ir metido en un coche sensiblemente inferior al McLaren, el buque insignia de Red Bull ha ganado más carreras que nadie (ocho), para quedarse a solo dos puntos de darle la vuelta a un Mundial que a mitad de temporada tenía imposible. En las últimas nueve paradas del calendario, el corredor de Hasselt le ha recortado 102 puntos al líder, una auténtica salvajada que le subraya como la referencia de la parrilla, independientemente del dorsal que figure en su prototipo.

“Al menos lo he intentado”, reconoció Verstappen, cuando Stefano Domenicalli, presidente de la F1, se acercó a la sala de enfriamiento, la que antecede a la ceremonia del podio, para felicitar a los tres primeros. “Tienes que ir con la cabeza muy alta por lo que has hecho esta temporada”, se plegó Gianpiero Lambiase, ingeniero de pista del subcampeón, y otro de los que tampoco pudo reprimirse en un domingo lacrimógeno.