Los rusos siguen comprando Zara (de contrabando) | Economía

Otoño de 2025, la invasión de Ucrania se encamina a su cuarto año. En las tiendas de la cadena rusa Tvoe suena un anuncio: “Zara, Stradivarius y Bershka ya están en las estanterías de Tvoe, pero no se lo digas a nadie, es un secreto”. Inditex, propietaria de estas marcas, abandonó aquel mercado en 2022, meses después de que el Kremlin desatase su guerra. Sin embargo, algunas prendas de la compañía española, como las de otras firmas occidentales, siguen llegando a los consumidores rusos. A cuentagotas, más caras y con una variedad reducida, pero llegan por otras vías.

Inditex no es la única firma occidental cuyos productos se venden en Rusia. Es fácil comprar artículos de H&M, Hugo Boss, Marks & Spencer, Sephora, Apple y otras marcas por Internet y en algunas tiendas de las grandes ciudades. La principal razón es que el contrabando es legal en Rusia. Vladímir Putin lo legalizó por decreto un mes después de comenzar la guerra bajo el eufemismo de “importaciones paralelas” para aminorar así el impacto de la fuga de empresas.

“Inditex no tiene actividad en Rusia desde la venta de su negocio”, remarcan a este periódico fuentes de la empresa. Antes de la guerra, la multinacional tenía alquiladas 502 tiendas y el país representaba el 8,5% de sus ingresos antes de impuestos (EBIT) totales. Hoy, la variedad de prendas de Inditex en el mercado ruso es visiblemente menor que hace cuatro años y muchas veces parecen las sobras.

Algunos canales de moda de Telegram se han ensañado con la promoción de Tvoe, solo disponible en tiendas físicas y no en su web. “Las prendas están arrugadas y colgadas con mucha tensión, parece más una tienda de segunda mano que unos grandes almacenes de Inditex. Nadie esperaba que el regreso de Zara fuera así”, opina el canal Fashion Retail. Además, el invierno se echa encima y, según sus observaciones, el surtido pertenece a viejas colecciones de Zara de verano y 2024.

La marca Tvoe forma parte del holding Russki Trikotazh. Según el diario ruso Vedomosti, el fundador de este conglomerado sustituyó a su propietario chipriota por una empresa de Emiratos Árabes Unidos al inicio de las sanciones “para garantizar la fluidez de las operaciones con socios extranjeros”.

Cuando el Kremlin aprobó el contrabando y se fueron muchas empresas occidentales, la exportación de productos extranjeros se hundió en Rusia a la misma velocidad que se disparaba a países vecinos como Kazajistán, Armenia, Turquía o incluso Bielorrusia, menos sancionada. Simplemente, algunas minoristas se surtieron desde allí a través de terceros.

“Inditex no hace comentarios sobre cuestiones de propiedad industrial actuales o potenciales, ni sobre terceros que no tienen relación con nuestro grupo y que puedan comercializar productos de nuestras marcas en mercados en los que no estamos presentes”, responden fuentes de la empresa sobre esta situación.

A este escenario se suma la aparición de varias declaraciones de conformidad sobre productos de Inditex después de su marcha. Se trata de un documento expedido por un organismo ruso que acredita que el producto se ajusta a la normativa de la Unión Económica Euroasiática (CEI). A veces es voluntario y lo puede presentar tanto el dueño de la marca como el distribuidor final.

Por ejemplo, en marzo de 2024, un lote de 2.987 prendas de punto para edad preescolar certificadas por la firma Apeks. O 18 declaraciones presentadas por la empresa rusa Disco Club LLC en septiembre de este año con Inditex como proveedor, según ha tenido constancia el diario Financial Times.

“En estos casos puede que lo haya solicitado el distribuidor”, explica a este periódico una fuente conocedora del mercado español en la CEI, que agrega que para pedir la declaración “es necesario presentar documentos del titular de la marca, por lo que o estos han sido falsificados o ha habido cierta connivencia de la empresa”.

Esa hipótesis, sin embargo, se antoja improbable. “Me parece muy raro que Inditex tenga algo que ver, por el coste reputacional que podría tener a cambio de vender cuatro prendas en una cadena que no es suya”, agrega esta fuente. “Puede que el distribuidor haya falsificado los documentos, ya sabes como es Rusia, o que opere también en otro país, tipo Kazajistán, y haya aprovechado los certificados de allí”, añade.

Una fuente de la empresa española responde a este diario que Inditex “no ha solicitado ninguna declaración de conformidad en ese mercado desde su salida, ni ha autorizado a ningún tercero a hacerlo en su nombre”.

El dilema del regreso a Rusia

A finales de agosto, Inditex renovó el registro de la marca Zara y su logo en la agencia rusa de la propiedad intelectual, Rospatent. También lo hizo la compañía japonesa Fast Retailing con Uniqlo. Se trata de una práctica común de todas las multinacionales.

“Inditex trabaja permanentemente en mantener actualizados los registros de nuestras marcas en todo el mundo, incluidos aquellos mercados en los que no tenemos presencia comercial”, explican fuentes del grupo.

En cualquier caso, un hipotético regreso podría ser complicado. Vladímir Putin ordenó este año la elaboración de una serie de criterios con los que vetar o permitir el retorno de las empresas extranjeras que abandonaron el mercado ruso. Además del orgullo ruso, una de las grandes preocupaciones de las compañías locales es que sean barridas por la vuelta de marcas internacionalmente reconocidas.

Según un estudio del Centro de Investigación Estratégica, una de cada cuatro compañías, como Amazon, PayPal o McDonald’s, podrían tener prohibida su vuelta debido a la “agresiva forma” en la que se marcharon al principio de la guerra. Según el think tank, dejaron en problemas a sus socios y clientes. Sin embargo, otras empresas podrían tener más fácil el retorno, debido a que actuaron de una forma “más amistosa”.

McDonald’s, por ejemplo, está en la lista roja. Como otras empresas, vendió su negocio a un socio ruso a precio de saldo, con la opción de recomprarlo en el futuro. Sin embargo, la nueva marca, Vkusno & tochka [“Sabroso y punto”, en castellano] se ha asentado a lo largo de estos años de guerra y podría ser una de las empresas ayudadas por el Kremlin para que no regresen sus antiguos dueños.

En el caso de Inditex, la firma española suspendió su actividad en marzo de 2022 y negoció con el Grupo Daher, su socio libanés en Oriente Medio, la venta de su negocio en Rusia. La operación se cerró en octubre de ese mismo año con la aprobación de las autoridades rusas. Según fuentes de la empresa, el trato contempla “la posibilidad de una futura colaboración entre ambos a través de un contrato de franquicia” si cambia la situación en Rusia y regresan sus marcas.

Cuando las firmas de moda dejaron Rusia, vendieron sus negocios a empresas que conservaron sus tiendas, empleados y proveedores. La marca Levi’s fue sustituida por la cadena JNS y Zara por Maag, por ejemplo, y sus diseños se fabrican en las mismas factorías. Esto ha provocado que sus prendas guarden a veces ciertos parecidos.

Fuentes del gigante español explican que en la industria textil “es habitual que los fabricantes produzcan artículos de manera simultánea para diferentes marcas”, pero remarcan que los productos pensados por sus 700 diseñadores son totalmente exclusivos.

A esta competencia se suma además la aparición de clones de las marcas internacionales. En el caso de Zara, es la firma Zarina. Esta es propiedad del grupo local Melon Fashion Group (MFG), adquirido recientemente por el oligarca Iván Tavrin, uno de los grandes beneficiarios de las confiscaciones de empresas extranjeras por el Kremlin.

Esta compañía teme la vuelta de las firmas occidentales. A pesar de ser una de las más fuertes en la venta de ropa barata en las plataformas online rusas, y con parte de su accionariado en Chipre, donde opera Inditex, ha anunciado una reestructuración “ante la posible aparición de fuertes marcas nicho en el mercado”.

La amenaza de las grandes firmas de moda sobre las empresas rusas, más que legal, es hoy reputacional. O’stin, otra compañía rusa que ha intentado cubrir el hueco de las marcas occidentales, ha decidido cerrar su marca Face Code después de fracasar en su intento de emular a Pull & Bear, Bershka y Stradivarius. Sus redes sociales, un año después de su lanzamiento, apenas sumaban 4.000 suscriptores.

En cualquier caso, un hipotético regreso de las empresas occidentales a Rusia parece hoy muy lejano. Por un lado, es evidente el coste reputacional de hacer negocios en un país cuya invasión de Ucrania ha provocado cientos de miles de muertos. Por otro, no se olvida el riesgo de invertir en un régimen que ha confiscado más de 400 empresas, varias de ellas occidentales, desde que desató la guerra.

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