La Reserva Federal se dispone a bajar los tipos entre las renovadas presiones de Trump a Powell | Economía

Empezó la semana de la reunión de la Reserva Federal (Fed) más trascendental en mucho tiempo, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no quiso renunciar a tener la primera palabra. Fue, como de costumbre, en su red social, Truth, en la que volvió a la carga de buena mañana (hora de Washington) contra el presidente del banco central del país, Jerome Powell, al que se refirió solo por el mote, “el demasiado tarde”. Se lo puso Trump a principios de este año para resumir su frustración por la resistencia del funcionario a plegarse a sus exigencias de que baje el precio del dinero para no entorpecer la agenda económica de su segunda Administración.

“Debe recortar los tipos de interés ahora, y más de lo que tiene previsto. La venta de viviendas se disparará“, escribió Trump, todo en mayúscula. Con ese mensaje, el presidente de Estados Unidos da por hecho lo que no hay que ser un adivino para aventurar que sucederá: en su reunión de este martes y miércoles, la Fed se dispone a ordenar la primera bajada de tipos desde diciembre del año pasado, de un cuarto de punto, para dejarlos en el 4-4,25%. Así lo creen también los inversores, según la herramienta FedWatch de CME, que recoge los contratos de futuros y este lunes daba una posibilidad cercana al 100%. La misma certeza cabe tener de que esa caída le resultará insuficiente a Trump.

La reunión llega en un momento de extraordinaria convulsión para la Fed, un organismo con una misión doble (contener los precios y fomentar el empleo) y poco acostumbrado a estar, como ha estado en los últimos meses, en el foco de una bronca política que amenaza su independencia. Trump ha amagado en este tiempo con despedir a Powell antes de que termine su mandato, el próximo mes de mayo, y lo ha presionado indeciblemente para que cumpla con sus deseos. La Casa Blanca confía en que eso ayudará a parar el golpe que la agresiva política arancelaria de Trump puede asestar a la economía estadounidense, que algunos economistas ya sitúan al borde o quién sabe si recién entrada en recesión.

Los últimos datos económicos tampoco ayudan a la tranquilidad en los despachos el edificio Eccles, en Washington, la sede de la Fed, el coste de cuya renovación fue otro argumento de presión de Trump. La inflación escaló al 2,9% en agosto, y el aumento del paro y una brutal revisión a la baja de los datos de empleo del último año (unos 900.000 puestos de trabajo menos) pintó un mercado que da mayores signos de enfriamiento de los esperados, mientras las empresas contienen el aliento hasta conocer el verdadero alcance del efecto de los aranceles. Y todo, con la incertidumbre añadida de que estos están impugnados en los tribunales hasta que decida sobre su legalidad, previsiblemente, antes de final de año, el Tribunal Supremo.

Una encrucijada

Un recorte de los tipos ayuda a bajar el paro, mientras que la inflación descontrolada se combate aumentando el precio del dinero, así que la Fed se encuentra en una encrucijada, y fiando sus pronósticos a que la inflación será un problema transitorio, provocado por la incertidumbre sembrada por Trump en la economía estadounidense. Por si fuera poco: la confianza del consumidor se ha desplomado en septiembre. Y la actividad de la construcción y la manufactura también cayeron, afectadas por los elevados costes de los préstamos y las trabas a la importación.

Tiffany Wilding, economista de Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, se reafirma en su convencimiento de que la Fed recortará 25 puntos básicos, “aunque es probable que se debata un descenso de 50″. “Seguimos esperando un recorte total de 75 puntos básicos este año. La inflación subyacente del IPC sigue pareciendo que subirá hasta alrededor del 3,3 % en términos interanuales a finales de 2025. Nuestra opinión sobre los recortes se basa en un conjunto más amplio de datos económicos de EE UU que sugieren que el mercado laboral está estancado y es vulnerable a las perturbaciones negativas”, considera Wilding.

Regresando al terreno de la política, Trump aparcó al principio del verano la idea del despido de Powell, pero en las últimas semanas ha tenido otra: tratar de echar a la gobernadora de la Fed Lisa Cook, nombrada por Joe Biden y asesora económica de Barack Obama, recurriendo a una acusación de fraude hipotecario que ella niega. Ese despido solo podría autorizarlo, de nuevo, el Supremo, que tiene que encontrar que la causa es justificada. Lo cierto es que con su supermayoría conservadora está demostrando estar dispuesto a dar la razón una y otra vez al presidente.

Cook continúa en la Fed

Cook ha demandado a Trump por intentar destituirla y el asunto está en los tribunales. Una jueza federal resolvió en primera instancia que esta puede continuar en su puesto mientras el caso se resuelve. Este domingo, la Administración de Trump presentó una solicitud para lograr que Cook no vote en la reunión de esta semana. Un tribunal de apelaciones decidió este lunes sobre la bocina mantener a Cook de momento en la junta, de modo que sí, podrá participar en la reunión de la Fed.

El viernes se supo, gracias a una exclusiva de Reuters, de la existencia de documentos que prueban que Cook declaró la vivienda en Atlanta por la que la Casa Blanca quiere buscarle las cosquillas como segunda residencia y no como primera, argumento empleado por los abogados del Gobierno para deshacerse de ella.

No fue la única decisión de última hora. El Senado también confirmó in extremis este lunes a Stephen Miran, nombrado por Trump para la Junta de Gobernadores de la Fed, en sustitución de Adriana Kugler, que presentó el 1 de agosto la renuncia anticipada a su puesto. La salida de Cook le abriría a Trump la posibilidad de colocar a otro aliado en el organismo que decide sobre el precio del dinero. En la última reunión de julio, dos gobernadores, Chris Waller y Michelle Bowman, votaron en contra del criterio de Powell. Era la primera vez en 32 años que el presidente de la Fed cosechaba dos disidencias.

La elección de Miran ha desatado las críticas por su decisión de pedirse una excedencia de su actual puesto de director del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, y no una renuncia definitiva, lo que alimenta la sospecha de que su entrada en la Fed pondrá en entredicho su independencia del poder ejecutivo, sacrosanta hasta ahora en el sistema estadounidense. Ahora que los republicanos de la Cámara Alta lo han confirmado, podrá Miran participar en la reunión de la Fed más trascendental en mucho tiempo.

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