La redención americana de Álex Palou, cuatro veces campeón de la IndyCar: “No voy a volver a tocar la puerta de la Fórmula 1, soy feliz así” | Deportes
Ningún español había saboreado las mieles del éxito en la IndyCar hasta 2021, cuando, justo al concluir la pandemia, un joven y desconocido barcelonés rompió los moldes del mismo campeonato en el que no habían conseguido descorchar el champán pilotos como Oriol Servià o Fernando Alonso. “Esto es mejor que cualquier sueño”, aseguró entonces aquel chico imberbe al otro lado del Atlántico. Cuatro años después, Álex Palou (San Antonio Vilamajor, Barcelona; 28 años) ha logrado que lo onírico se convierta en costumbre, y, tetracampeón ya de la IndyCar, el campeonato de automovilismo más importante de Estados Unidos, pasea por Madrid junto al colosal Borg-Warner, trofeo que le distingue como célebre campeón de las 500 Millas de Indianápolis. “De vez en cuando me paran por la calle para pedirme una foto, pero no me considero famoso”, confiesa a EL PAÍS desde un hotel de la capital, donde vuelve cada invierno junto a su mujer para reencontrarse con la familia y escapar del vórtice polar que asola Indianápolis en las últimas semanas del año.
Pregunta. ¿Se siente ya un poquito estadounidense?
Respuesta. Sí, inevitablemente. Mi primer coche me lo compré en Estados Unidos, mi primera casa me la compré en Estados Unidos, mi hija nació aquí, pero la estoy criando en Estados Unidos… Al final, me he criado en España y las raíces nunca se van a perder, menos aún teniendo a la familia entre Barcelona y Madrid, pero tengo un hogar increíble allí y lo siento como mi casa.
P. ¿Recibe más apoyo ahora por la calle?
R. Sí, pero porque ganar ayuda un montón [ríe]. Tengo la sensación de que ahora la Indy despierta más interés en España, pero al mismo tiempo soy consciente de que sigue siendo algo que no se sigue mucho. Es normal, por otra parte: no forma parte de nuestra cultura, está a más de 10.000 kilómetros de distancia y con esos horarios las carreras no son fáciles de seguir. Ayudó algo Fernando [Alonso] con los intentos que hizo [entre 2017 y 2020], pero sigue siendo algo muy ajeno al aficionado medio.
P. Con cuatro títulos a sus 28 años, solo hay un piloto más laureado que usted en la historia de la IndyCar. Este año, además, ha conquistado las 500 Millas de Indianápolis. ¿Qué hubiera pensado si le dicen esto cuando competía en karting con Verstappen, Sainz o Norris?
R. Que quien me lo dijera estaba loco. La verdad es que en esos años ni siquiera veía esto como una posibilidad real. Afrontaba cada carrera como una oportunidad que podía ser la última. Me pasó lo mismo cuando años después pasé a los Fórmulas gracias a Adrián [Campos]. Pensaba, yo estoy aquí gracias a Adrián y a los sponsors que le apoyan, pero esto se me puede acabar mañana cuando me despierte. Era impensable poder conseguir algo tan grande o tan importante como lo que he conseguido.
P. ¿Por qué?
R. Sobre todo porque no tenía los recursos necesarios, es decir, no tenía los patrocinios ni el apoyo económico que tenían otros. Y eso es indispensable para progresar. [Piensa] Tampoco miraba a Estados Unidos como una opción. Pensaba, si no me van bien las cosas en Europa, cómo voy a ir allí, donde, por ejemplo, compiten en circuitos de óvalo, que yo no los he probado en mi vida. Me daba hasta vértigo solo pensarlo.

P. Y mire ahora, campeón de las 500 Millas de Indianápolis, una prueba en la que se dan 200 vueltas a un óvalo a una media de 370 kilómetros por hora.
R. Yo al principio pensé que aquello era un rollo, la verdad. Es más, si das una vuelta a ese circuito a 100 kilómetros por hora, es una castaña, ¡no tiene nada! Ahora bien, si la haces a 370, la cosa cambia. Y no te das cuenta hasta que lo pruebas, porque en televisión no se aprecia la velocidad. Cuando estás en esa pista junto a otros 32 coches y pasas cerca del muro alcanzando picos de 390 kilómetros por hora, de repente dices, guau, cómo mola esto.
P. ¿Qué es lo más complejo de Indianápolis?
R. A esa velocidad todo se estrecha. De repente, todo se vuelve muy técnico y la actividad en la pista pasa a ser frenética. Es divertido, pero a la vez muy exigente. Para que la gente se haga una idea, conducimos coches que no tienen dirección asistida, es decir, coches en los que cuesta lo suyo girar el volante. Y a eso, claro, se suma el cansancio mental. Tenemos cinco o seis paradas y estamos en tensión constante. La carrera dura tres horas y no te puedes despistar ni un momento. Si lo haces, te vas directo contra el muro. Y ya no es que revientes el coche, es que te va a doler todo durante un par de semanas.
P. ¿Cómo son sus entrenamientos?
R. Lo particular de nuestro deporte es que, a diferencia del fútbol o la natación, que son muy específicos, no tenemos un entrenamiento marcado para rendir en competición. Cada uno lo hace a su manera. Yo, por ejemplo, hice gimnasio durante un tiempo, pero ahora estoy bastante enfocado en el crossfit. No a tope, eso sí, sino con pesos ligeros que me permitan mantenerme al cien por cien. Al final, es un entrenamiento en el que se concentra todo en apenas una hora y que combina muy bien la fuerza y la resistencia.
P. Se asemeja a lo que luego siente al volante.
R. Exacto. Para que la gente lo entienda, no levantamos pesos muy locos ni hacemos muchas repeticiones con las pesas. Tampoco creo que nos interese. Pero yo, por ejemplo, sí que trabajo las flexiones. Trato de hacer cien en menos de dos minutos para conseguir esa contracción en el músculo a altas pulsaciones. Ese es el tipo de fuerza que me interesa y que más puedo replicar en las carreras.
P. ¿Se dispara el pulso a 370 kilómetros por hora?
R. En una carrera, la media que me marca el reloj ronda las 150 pulsaciones por minuto, pero llego a tener picos por encima de las 180.
P. Cuando se enfría todo, ¿es consciente de lo que ha conseguido?
R. Creo que sí, pero no porque lo piense demasiado. Al final, no me levanto para pensar en eso, sino para ser feliz, y lo que me hace feliz no es decir he ganado este título o este otro, sino ir a un circuito y ganar al resto de pilotos.
P. Algunos acaban por perder esas ganas de competir.
R. Sí, y lo entiendo. No sé si a mí me pasará, pero creo que es normal, sobre todo cuando se van cumpliendo años. También creo que es más normal si tus temporadas son muy largas, como en la Fórmula 1, que no paran desde febrero hasta diciembre. Es una barbaridad. Nosotros en cambio tenemos seis meses muy intensos, con todo el calendario concentrado, y luego podemos desconectar de la competición el resto del año.
P. ¿Cómo ve el Mundial de Fórmula 1?
R. Nadie esperaba que fuera a estar tan reñido con la diferencia que había entre los McLaren y el resto, pero se ha quedado una última carrera muy divertida, la verdad. Yo solo quiero que gane Max [Verstappen], pero creo que los otros [Norris y Piastri, los McLaren] lo tienen muy fácil con dos coches tan competitivos.
P. Usted tiene un pasado un tanto agrio con McLaren, hasta el punto de que llegaron a los tribunales. Allí le reclamaron 20 millones de dólares por incumplimiento de contrato. ¿Cómo está la situación?
R. Bueno, llevamos ya dos años con ello y tengo ganas de que todo se termine. Este año ha sido el juicio, donde declaré yo, declaró la otra parte, y ahora todo está visto para sentencia, así que a ver si a comienzos de año podemos tener una resolución.
P. Usted declaró que el contrato con McLaren se basaba “en mentiras y falsedades”.
R. Sí, y lo mantengo. Me sentí así y por eso rompí el contrato, pero no les guardo ningún rencor.
P. ¿Se alegró del error de estrategia que cometieron en Doha?
R. [Piensa unos segundos] Me alegré de que Max mantuviera la oportunidad de ganar el Mundial, pero yo no le deseo el mal a nadie. Es más, si Max corriera en McLaren, también querría que ganase el título.
P. ¿Ha cerrado definitivamente la puerta a la Fórmula 1?
R. Nunca se sabe, siempre se puede cambiar de opinión, pero sí que he cerrado la puerta a estar yo tocando la puerta de la Fórmula 1. Siento de corazón que no lo necesito, no me hace falta. Lo intenté con McLaren, tuve la oportunidad de subirme al coche en unos libres, me lo pasé bien, aprendí un montón, pero no se dio. Más allá de eso, no me arrepiento del camino que he tomado. Hace cinco años habría aceptado cualquier asiento en la Fórmula 1 con los ojos cerrados, hoy solo me lo plantearía si es con un coche que opte a ganar el Mundial. Eso es lo que a mí me motiva y me hace feliz, ganar, no ser mundialmente conocido o una súperestrella.
P. ¿Cuántos pilotos de la actual parrilla de Fórmula 1 tienen mejor carrera que usted?
R. Pues te diría que tres: Hamilton, que tiene siete títulos, Verstappen, que tiene cuatro, y Alonso, que pese a tener dos, considero que dos Mundiales de Fórmula 1 siguen siendo más que cuatro títulos de IndyCar. Del resto de la parrilla [piensa unos segundos]… Creo que no me dejo a ninguno.
