
ITER, el mayor experimento energético del mundo | Entorno | Extras
Es un sueño incumplido de la ciencia desde la primera mitad del siglo XX: conseguir replicar, de manera controlada y a pequeña escala, el proceso interno que da su combustible al sol. Es decir, la fusión nuclear. Alcanzar esta hazaña, equiparable a llevar al hombre a la luna o curar el cáncer señalan algunos, daría a la humanidad una fuente de energía casi ilimitada, mucho más limpia y segura que la obtenida mediante las centrales de fisión nuclear que hoy operan en el mundo.
Sin embargo, algunos de los retos técnicos que entraña reproducir el proceso que se da en el interior de una estrella han sido, hasta la fecha, insalvables. No obstante, los expertos coinciden en que están más cerca que nunca gracias a los avances tecnológicos y a la ingente cantidad de dinero que se ha invertido en proyectos como ITER (siglas en inglés de reactor experimental termonuclear internacional), el cual busca demostrar la viabilidad de la fusión nuclear controlada en un gran reactor que se está construyendo en Cadarache, en el sur de Francia.
La UE ha invertido unos 7.000 millones de euros en la iniciativa hasta la fecha
Detrás de esta iniciativa están 33 países, aunque “Europa, como anfitriona del experimento, es responsable de casi la mitad del proyecto, y en consecuencia tiene el mayor nivel de contribución”, subraya Marc Lachaise, director de Fusion for Energy (F4E), el organismo responsable de coordinar la participación europea, con sede en Barcelona. En conjunto, la UE aporta en torno al 45,6 % de los costes de construcción del reactor, mientras que países como Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Corea del Sur e India aportan el 9,1% cada uno.
De la mano de F4E, la iniciativa se ha convertido además en un catalizador del ecosistema de fusión europeo, afirma Lachaise. “Gracias a la inversión pública de la UE –que hasta ahora asciende a 7.000 millones de euros– hemos formado una cadena de suministro de 2.700 empresas”, destaca. Entre esas compañías se hallan algunas españolas como Leading, IDOM, Empresarios Agrupados, GTD, Ferrovial, ENSA, Elytt-Energy, Tecnalia, GDES Revanti y Gutmar.
Contratiempos
Pero el proyecto también ha tenido sus contratiempos. La puesta en marcha del reactor, que se empezó a construir en 2010, estaba pautada para 2018, un plazo que no se cumplió finalmente debido a problemas técnicos, la pandemia y los sobrecostes (se estima que ya supera los 20.000 millones de euros). Sin embargo, aún hay motivos para ser optimistas. “ITER ha acelerado en los últimos años con una nueva dirección que ha reforzado la disciplina en entrega, plazos y costes. La idea es que entre 2035 y 2040 tengamos visibilidad clara del éxito o no del proyecto”, indica Iván Olivella, responsable de I+D+i de Gutmar.
Esta empresa especializada en ingeniería mecánica de precisión está fabricando actualmente componentes eléctricos para el reactor, incluyendo “cables que resisten temperaturas de hasta 1.000 °C, que no existen comercialmente y están en el límite de la tecnología”, destaca Olivella. Sobre el estado de progreso de la instalación, el director de F4E detalla que “Europa ha completado ya la mayoría de los edificios, todos sus imanes superconductores, incluido el más grande jamás fabricado, dos sectores de la cámara de vacío y otros componentes como las criobombas, que están siendo ensamblados para formar el núcleo del dispositivo”.
Empresas españolas como Ferrovial, IDOM, Gutmar, Tecnalia o ENSA entre otras, participan en la iniciativa
Pero el retraso del proyecto ha abierto las puertas al sector privado, que ahora busca llegar a la meta antes que ITER. Es el caso de Gauss Fusion, una empresa de energía verde fundada en 2022 por compañías industriales privadas de Europa –entre ellas, la española IDOM– que llevaban décadas produciendo componentes y servicios para ITER, así como para otros proyectos de fusión –incluyendo los reactores experimentales Wendelstein en Alemania, JT-60SA en Japón y JET en el Reino Unido–, y que ahora quiere ser un actor principal en este campo.
A diferencia de ITER, que nunca se conectará a la red eléctrica ya que su misión es meramente científica –producir con la fusión diez veces más energía de la que se introduce–, el objetivo de Gauss Fussion es construir directamente “la primera generación de plantas eléctricas de fusión”, asegura Milena Roveda, consejera delegada de Gauss Fusión y presidenta del Comité Ejecutivo de la Asociación Europea de Fusión (EFA). “El plazo que nos hemos propuesto es empezar a funcionar en 2045, o antes”, añade.
Más eficiente y más segura que la fisión
Sobre la viabilidad de proyectos como ITER o los que empiezan a surgir en el sector privado, Pedro Velarde, director del Instituto de Fusión Nuclear GV de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), afirma: “Estamos tan cerca como queramos dependiendo de la inversión que se realice”. En cualquier caso, subraya que “no podemos renunciar a esta fuente de energía, la única que conocemos que es razonablemente limpia, segura, extensa y de alta densidad de potencia”.
En otras palabras, la fusión nuclear produce más energía que la fisión, con la ventaja de que no puede explotar, ya que si algo va mal, la reacción simplemente se detiene. “Las necesidades de protección radiológica de las centrales de fusión serán muy limitadas y los pocos residuos serán de fácil almacenamiento por la baja actividad”, aduce Velarde.
