Fatih Birol (Agencia Internacional de la Energía): “Las centrales nucleares están de vuelta” | Economía
Fatih Birol (Ankara, 1958) dirige desde 2015 la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el organismo ligado a la OCDE, el club de los países ricos. En estos diez años ha defendido con vehemencia la prolongación de la vida de las centrales nucleares, en una primera fase como alternativa a los combustibles fósiles, en clara decadencia, y en una segunda, como complemento a las energías renovables. “Pese a su crecimiento, por sí solas no van a ser capaces de garantizar el suministro necesario de la demanda futura”, recalca en una conversación telefónica posterior a su intervención en el XVIII Congreso del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), que se celebró la semana pasada en Burgos.
En un contexto en el que la oferta de petróleo y de gas irá a la baja, y en el que la inversión en renovables no cubrirá las necesidades energéticas globales, Birol considera que la solución está en la energía nuclear. “Las centrales nucleares están de vuelta. Dependerá de la ideología de cada gobierno o de la prioridad que le otorguen en sus políticas energéticas, pero el regreso es inevitable”. Un vaticinio que coincide con la reconsideración por parte del Gobierno alemán respecto a la paralización de sus centrales nucleares (2024 y 2025 han sido los dos primeros en los que no aportaron recursos al sistema), con el redoble de la apuesta de Francia por construir más reactores y con la reactivación del debate en España como consecuencia del cierre del reactor de Almaraz, previsto inicialmente para 2027 y que ahora podría retrasarse hasta 2030 si prospera la petición realizada por los tres propietarios de la central (Iberdrola, Endesa y Naturgy).
“Un cuello de botella sin precedentes”
En cualquier caso, el director ejecutivo de la AIE considera que el principal desafío en el futuro no procederá de las fuentes de suministro, si no de las redes de distribución. “Si no tenemos redes seguras, no habrá suministro seguro. En 2025 se van a añadir 750 gigavatios de capacidad instalada en todo el mundo, lo que supondrá un nuevo récord. Pero, además, hay otros 1.700 gigavatios en proyectos que están esperando para ser incorporados a la red. Es un desafío enorme que puede provocar un cuello de botella sin precedentes”. Una situación que recuerda al apagón vivido en España el pasado 28 de abril. “El episodio del apagón en España revela lo importante que son las redes de distribución y el mantenimiento de las mismas. Y lo relevante que es cuidar la relación entre los operadores, los consumidores y los productores. Hay que saber coordinarlo con mucho cuidado. Es el reto más importante a corto plazo”.
Birol apunta a otro elemento que, en su opinión, va a tensionar el equilibrio entre oferta y demanda, como es la proliferación de centros de datos para poder hacerse un despliegue adecuado de la inteligencia artificial (IA), sobre todo en Estados Unidos. “La IA es el reto más importante para todos los países por la cantidad de energía que necesita. La proliferación de esos centros de datos va a generar un crecimiento sin precedentes de la demanda. Solo en 2024, las necesidades energéticas de esas instalaciones equivaldrán al consumo de Japón, la cuarta nación más grande del mundo. ¿Cómo podemos solucionar ese problema? Solo en seis años, la demanda de energía se va a cuadruplicar”. El ejecutivo de la AIE cree que para cubrir ese espacio serán necesarios dos elementos: por un lado, la aportación de los países que más cantidades de energía produce y, por otro, la contribución de aquellos que lo pueden hacer a bajo coste.
El control de los minerales críticos
También señala otro elemento que puede suponer un freno para el necesario desarrollo de la energía renovable en el futuro, que, en su opinión, va a crecer en 4650 gigavatios de capacidad instalada, tanto como la producción de Europa, Japón e India juntos. “El gran riesgo es que el control de todos los minerales críticos para el desarrollo de esa fuente de energía, como cromo, cobalto, cobre, grafito, litio o níquel, estén en manos de China, que actualmente ya controla un 75%. Y esa fuerte dependencia afectaría, no solo a las energías renovables, sino también a otras industrias, como los drones, los coches, la inteligencia artificial e incluso al conjunto de cadenas de suministros globales”. Un buen ejemplo de este riesgo se produjo con la crisis de los semiconductores en Asia, cuyos principales componentes son el silicio y el germanio, que provocó que en 2021 la producción de coches en España cayera un 7,5% y que la fabricación en Alemania, el mayor en toda Europa, se desplomara un 11,7%.
Birol no esquiva otro de los desafíos que está afrontando en la actualidad la industria europea, como es el de cumplir con los exigentes plazos de la hoja de ruta trazada por la Comisión Europea para reducir sus emisiones de Co2 y sustituir las fuentes de energía más contaminantes por otras más verdes, cuando en realidad la mayoría de los países que la integran son actualmente consumidores masivos (e importadores como el caso de España) de gas y petróleo. “Europa y España tendrán a corto plazo una ventana de oportunidad para aprovechar los precios más bajos del gas, lo que puede ser aprovechado para mejorar la rentabilidad de sus empresas y el crecimiento de sus economías, siempre y cuando tengan en cuenta los requisitos que marcan las políticas diseñadas desde Bruselas en la lucha contra el cambio climático”. En su opinión, la transición energética a nivel global ha sido mucho más lenta de lo previsto por dos grandes motivos. “El primero es que la demanda de energía desde China ha sido más reducida de lo esperado y porque las necesidades de la industria de la automoción también han sido más limitadas”.
