El viaje del Santander por Wall Street toma un desvío hacia las SPAC | Opinión
El Banco Santander y las sociedades de adquisición con fines especiales son una combinación poco probable. Sin embargo, la entidad crediticia española, valorada en 120.000 millones de euros, ocupa el quinto lugar en la clasificación de vehículos de cheques en blanco que cotizan en Bolsa en Estados Unidos este año, con una cuota del 7,9% según los datos de SPAC Research. Esto sitúa al grupo dirigido por la presidenta ejecutiva Ana Botín en una posición inusual junto a Cantor Fitzgerald, BTIG, Clear Street y otros actores relativamente periféricos de Wall Street. Es un lugar extraño para mostrar el impulso de Santander en banca de inversión.
Las SPAC, que cotizan en Bolsa con una estructura vacía y posteriormente buscan una empresa privada con la que fusionarse, están viviendo un renacimiento. Según datos de SPAC Research, en 2025 han salido a Bolsa vehículos de este tipo por valor de unos 17.000 millones de dólares (15.000 millones de euros), y hay otras salidas pendientes por valor de 9.000 millones (8.000 millones). Esto sugiere una recaudación superior al total de los dos años anteriores juntos, aunque todavía muy por debajo de los 162.000 millones recaudados en el momento álgido del frenesí en 2021.
Entre los ejemplos recientes se encuentran Gores Holdings X, del veterano del mercado Alec Gores, que recaudó 360 millones de dólares a principios de este año, y Jena Acquisition Corporation II, de Bill Foley, que recaudó 230 millones. El Santander fue el único gestor de ambas ofertas, al igual que lo es en la prevista salida a Bolsa de 250 millones de American Exceptionalism Acquisition Corp A, del inversor de capital riesgo Chamath Palihapitiya.
Hay una buena razón por la que un banco predominantemente europeo y sudamericano, más conocido por sus préstamos al consumo y a empresas, está dejando huella en este rincón de Wall Street. En los últimos años, Botín ha impulsado aún más los negocios de asesoría y colocación, en parte contratando a antiguos expertos de Credit Suisse. Entre ellos se encuentran David Hermer, que ahora dirige la división de banca corporativa y de inversión del Santander en Estados Unidos, y el antiguo especialista en SPAC del banco suizo Niron Stabinsky. El banco se mantuvo fiel al negocio de los cheques en blanco durante los últimos años de calma, mientras que gigantes como Goldman Sachs se mantuvieron en gran medida al margen.
Las SPAC tienen un historial reciente pobre en cuanto a la rentabilidad para los inversores. La mayoría de los vehículos que han cerrado fusiones este año cotizan ahora por debajo del precio típico de 10 dólares por acción de la OPV, según la lista de SPAC Research.
Mientras, los gestores suelen beneficiarse incluso si una fusión deja a los inversores iniciales con pérdidas. El año pasado, parecía que la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) iba a tomar medidas drásticas contra este mercado. Sin embargo, aparte de unas normas más estrictas que desalientan las proyecciones financieras poco fiables, la presión de los reguladores no dio muchos frutos. Y parece dudoso que la SEC del presidente Donald Trump adopte una postura dura. Eso hace que la apuesta por las SPAC parezca un riesgo aceptable para Santander y sus accionistas.
La pregunta más importante es si tiene sentido estratégico para el banco dar prioridad a un negocio que tiene relativamente poco que ver con el resto de sus operaciones. Cuando los rendimientos del banco eran bajos hace unos años, cualquier ingreso por comisiones habría sido bienvenido. Sin embargo, los analistas prevén un rendimiento del 17% sobre el capital tangible para el Santander este año, según los datos de Visible Alpha. Eso hace que su éxito en un producto de Wall Street a veces controvertido sea aún más sorprendente.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
