El BCE abraza el inmovilismo en su escapada a Italia | Economía
El Banco Central Europeo hará este jueves en Florencia lo mismo que en julio y septiembre: nada. En el caso de la política monetaria, sin embargo, la inacción es también una declaración de intenciones: la tercera pausa consecutiva en los tipos de interés, actualmente en el 2%, demuestra que el Consejo de Gobierno está cómodo con el nivel de inflación de la zona euro, del 2,2%. Más aún teniendo en cuenta que la previsión que maneja es la de una desaceleración no muy pronunciada de los precios en meses venideros y una mejoría —tampoco exagerada— en el crecimiento.
El encuentro en la capital de la Toscana, hospedados por el Banco de Italia —cada año el BCE realiza una reunión itinerante en uno de los países del euro—, se presenta por tanto descafeinado, a la espera de un cierre de año algo más incierto: algunas casas de análisis auguran que en diciembre la discusión sobre un nuevo recorte podría regresar.
Antes, la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, se ha dejado ver ya por Florencia en actitud relajada. Medios locales relatan que pasó por el mercado de Sant’Ambrogio, donde se tomó un capuccino, compró granadas, y dijo que su marido le encargó un panettone (que se desconoce si finalmente adquirió). A su paso entre puestos de verduras, frutas y quesos, observó detenidamente los precios de los alimentos. Y lo que vio le gustó a medias. “Han subido, pero mucho menos que hace dos años, aunque siguen estando por encima de la tasa de inflación media. Debemos asegurarnos de que sigan bajando, porque la alimentación es fundamental”, dijo la francesa, que no eludió confidencias más personales. “Mi hijo eligió Florencia para pedirle matrimonio a su prometida”, reveló.
La francesa es consciente de que han quedado atrás tiempos complicados —la inflación en la zona euro llegó a tocar el 10,6% en octubre de 2022—. Y disfruta de una tregua de la que no pueden presumir al otro lado del Atlántico, donde la Reserva Federal y su presidente, Jerome Powell, están bajo presión de la Casa Blanca para seguir bajando los tipos de interés con fuerza.
En Europa, en cambio, los problemas más acuciantes han tendido a apaciguarse, desde la crisis política francesa a la escalada del euro frente al dólar, que amenazaba con aumentar la presión para bajar los tipos de nuevo. El consenso puntual que se respira en el Consejo de Gobierno del BCE entre halcones y palomas no es compartido por algunos analistas, entre ellos Romain Aumond, estratega en Natixis IM. “Creemos que aún sería necesario un recorte de 25 puntos básicos para apoyar la recuperación de la zona euro, que está luchando por salir de las múltiples crisis observadas desde 2022″, apunta.
Aumond estima que Lagarde adoptará un tono más favorable a las rebajas en su intervención en rueda de prensa, pero no moverá ficha. Y defiende que existe una conjunción de factores que justificarían reducir el precio del dinero. “La fortaleza del euro, el desvío de los productos chinos que originalmente se enviaban a Estados Unidos, el deterioro de la confianza de los agentes económicos (medida por el comportamiento del ahorro de los hogares) y la fuerte desaceleración de la inversión empresarial están lastrando la inflación y la actividad económica”, sostiene.
Michael Krautzberger, de Allianz Global Investors, ve factible que las previsiones de inflación del BCE se revisen aún más a la baja en diciembre —actualmente son del 1,7% para 2026, y del 1,9% para 2027—, lo cual las alejaría del objetivo del 2%, poniendo a prueba el nivel de aguante de Fráncfort. “Si el BCE tolera durante demasiado tiempo desviaciones pequeñas pero persistentes por debajo del objetivo, corre el riesgo de verse obligado a recortar los tipos de manera más agresiva más adelante o mantenerlos bajos durante más tiempo”, advierte.
En cambio, David Kohl, economista jefe del banco suizo Julius Baer, considera que con una inflación cercana al 2% y un crecimiento muy moderado —el BCE prevé un avance del PIB del 1,2% este año—, el nivel de tipos actual parece adecuado, y no ve en el Eurobanco apetito por otra cosa que no sea parar. “Si bien nuevas bajadas de tipos contribuirían a impulsar un mayor crecimiento sin poner en peligro la estabilidad de precios, el BCE se muestra reacio a estimular el crecimiento con una política monetaria más expansiva”, resume. No descarta, sin embargo, la posibilidad de otra bajada de tipos por parte del BCE en las próximas reuniones “si unas perspectivas de crecimiento desfavorables empiezan a presionar a la baja la inflación”.
El calendario tampoco ayuda a tomar decisiones. Cifras clave como la estadística de inflación, las estimaciones del PIB del tercer trimestre de la zona euro, y los datos de confianza de la Comisión Europea se conocerán el mismo día de la decisión del BCE, sin margen para que influyan en el Consejo de Gobierno, que sí las tendrá en cuenta en diciembre.
