Año 2000, Operación Colón: fusión BBVA-Unicredit | Opinión
El fracaso del BBVA en la compra del Sabadell abre nuevas expectativas que van más allá de España y que pueden tener alcance europeo. Esta integración se sostenía en dos argumentos básicos que siguen igualmente vigentes: el BBVA necesita escala (imaginen el Sabadell) y tiene que crecer en mercados desarrollados, preferentemente la zona euro, para compensar la dependencia de México y Turquía. Por tanto, el BBVA y el Sabadell tienen que seguir buscando su lugar en el paraíso bancario europeo. Quién sabe, quizás se cruce en sus caminos un banco italiano, Unicredit, empeñado en comprar.
Andrea Orcel, actual consejero delegado de Unicredit, era el ejecutivo de Merrill Lynch que en 1999 estuvo en el diseño de la Operación Colón, la fusión del BBV y Unicredit que daba lugar al banco líder del mundo latino; ese era su claim. La Operación Colón era una respuesta inteligente a la integración del Banco Santander y el Central Hispano aprobada a comienzos de 1999. La unión del BBV y Unicredit suponía la primera fusión transfronteriza en Europa y afectaba a dos países miembros del recién creado euro. Nacería el segundo banco del mundo, detrás de Citibank, con franquicias líderes en Latinoamérica, sobre todo México, y el centro y el sur de Europa, España e Italia. Y con sede en Bilbao (España).
La operación contaba con el visto bueno del gobierno conservador de España (José María Aznar), del socialdemócrata de Italia (Massimo D’Alema), del Banco de España (Luis Ángel Rojo), e inicialmente del gobernador del Banco de Italia (Antonio Fazio).
Cuando ya tienen cerrada la fusión BBV-Unicredit, ambas partes la complican con dos operaciones locales: el BBV acuerda su fusión con Argentaria (octubre de 1999) y Unicredit va a hacer lo propio con el italiano Banca Nazionale del Lavoro (BNL). Problema: el nuevo BBVA tiene una capitalización de 40.000 millones de euros, el doble que Unicredit, y Fazio hace descarrilar la operación a comienzos de 2000.
25 años después, todo ha cambiado mucho. Los ideólogos de la operación, los CEO del BBV (Pedro Luis Uriarte, 1943) y Unicredit (Alessandro Profumo, 1957) están más o menos retirados. Sin embargo, el joven banquero asesor de la operación, Andrea Orcel, está a los mandos de la entidad italiana. El consejo del banco español de hoy, escocido por la derrota del Sabadell, se parece muy poco al de entonces. Ni rastro de las familias fundadoras de los bancos de Bilbao y de Vizcaya, dos bancos que se fusionaron como reacción a la derrota del Banco de Bilbao en su intento por absorber Banesto. Tampoco queda nada en la dirección de BBVA de los colonos de la pública Argentaria, encabezados por Francisco González, que desde la copresidencia del banco torpedeaba la Operación Colón.
La situación ha dado un vuelco desde entonces. Hoy, los bancos centrales de los países, como el Banco de España o el de Italia, son meras sucursales del Banco Central Europeo, que, al igual que la Comisión Europea, es muy favorable a la integración entre bancos y empresas de diferentes países europeos para crear líderes capaces de competir con Estados Unidos y China, como queda claro en los informes de los italianos Mario Draghi y Enrico Letta.
En junio pasado, la Banque Populaire y Caisse d’Épargne (BPCE), totalmente desconocida en la península Ibérica pese a ser el segundo mayor banco de Francia, adquirió el 75% del portugués Novobanco por 4.800 millones de euros, una entidad muy similar al Sabadell por cuota de mercado y modelo de negocio, centrado en las pymes. Da la sensación de que el baile de compras y fusiones entre bancos de diferentes países está a punto de estallar.
Los Gobiernos nacionales están poniendo todo tipo de trabas a que haya más concentración entre los grandes bancos de su país, con lo que el camino de expansión y búsqueda de sinergias es saltar a otros mercados. En España, el Gobierno, después de patrocinar la absorción de Bankia por CaixaBank, ha dejado bien claro que va a frenar cualquier operación entre los cuatro grandes (Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell). El ejecutivo portugués no quería que Novobanco se lo quedaran el Santander o CaixaBank, propietarios, respectivamente, del tercer y quinto bancos de Portugal. Los Gobiernos de Italia y Alemania han parado los intentos de expansión del italiano Unicredit, que ha renunciado a la opa que lanzó sobre el tercer banco transalpino (Banca Popolare di Milano), tras las restricciones impuestas por el Ejecutivo de Giorgia Meloni, y tiene retenida su pretensión de fusionar su filial germana (HypoVereinsbank) con el segundo banco alemán (Commerzbank).
Por tanto, ¿qué margen de maniobra tiene el principal protagonista de estas operaciones, el banquero italiano Andrea Orcel, cuya carrera se ha construido sobre grandes operaciones de concentración bancaria durante más de 30 años, trabajando desde Merrill Lynch y UBS para el Santander y el BBVA? Desde que asumió la dirección de Unicredit, se ha aplicado con ahínco a incrementar los ratios de capital, para lo que ha mermado el crédito en el balance y ha multiplicado los beneficios, aprovechando el ciclo alcista de los tipos de interés y recortado consistentemente plantilla y oficinas para ahorrar costes. El resultado es que ha multiplicado por siete el valor de la acción del banco, pasando de 8,5 euros a más de 60. Por eso, hoy el BBVA y Unicredit valen prácticamente lo mismo: 98.000 millones de euros.
Por tanto, si sus consejos de administración se ponen de acuerdo, podrían pactar una fusión entre iguales que sería ratificada por los accionistas, con la creación de una sociedad holding que sería la propietaria del BBVA y Unicredit. A los accionistas actuales de esos dos bancos les entregarían una acción nueva de ese holding, de manera que los inversores actuales de uno y otro banco tendrían el 50% cada uno. Se da la circunstancia que los principales accionistas del BBVA y Unicredit son los mismos. BlackRock, con algo más del 7% en ambos; Capital Research, con el 5%, y Norges, con algo más del 2%. Además, comparten socio en seguros, el alemán Allianz.
Puede ser ciencia ficción, pero más difícil era imaginar que la Empresa Nacional de Electricidad SA (Endesa) acabara en manos de la pública italiana Enel, y así fue después de varias operaciones hostiles protagonizadas por Gas Natural sobre Iberdrola y Endesa, donde la política influyó en exceso. Mejor en manos de italianos que de catalanes, se llegó a escuchar. Quien sabe si ahora, por proteger al pequeño banco catalán, resulta que el BBVA o el Sabadell acaban bajo el mando del italiano Unicredit. Veremos.
