Blackstone renegocia la deuda de 3.000 millones del ladrillo tóxico del Popular | Empresas

La gigantesca deuda a corto plazo de Quasar, inmobiliaria que controla los activos inmobiliarios del desaparecido banco Popular, aprieta en el zapato de su dueño, Blackstone. Este fondo estadounidense ha comenzado el proceso para renegociar el préstamo de más de 3.000 millones de esta sociedad que vence en marzo de 2026.

Las cuentas de 2024 de Project Quasar Investment 2017, la sociedad de cabecera que controla todos los activos procedentes del Popular, recogen que el 15 de marzo de 2026 se da el vencimiento de un tramo de la deuda por valor de 3.085 millones, uno de los mayores volúmenes del sector inmobiliario en España en los últimos años. “Los administradores de la sociedad han iniciado negociaciones con los acreedores”, se indica en el informe recientemente presentado en el Registro Mercantil. Parte de esa deuda está concedida por filiales del propio grupo Blackstone.

El origen de Quasar proviene de la decisión de Santander de desprenderse de la cartera de activos tóxicos procedentes de su adjudicación de Popular en 2017. En 2018, ambos socios pusieron en marcha la sociedad con la que el fondo estadounidense se hacía con el 51% y el banco con el 49%. Esos activos tenían un valor en libros de 30.000 millones, aunque fueron tasados en 10.261 millones.

Para constituir la sociedad, los socios pusieron 2.928 millones de capital y firmaron un megapréstamo sindicado de 7.333 millones. Esos activos tóxicos consisten en propiedades adjudicadas (REO, en la jerga del sector) y créditos fallidos (NPL). Las pérdidas constantes de Quasar vienen originadas por unos márgenes de negocio insuficientes para sostener una estructura de costes elevada en la gestión, por los gastos financieros que debe abordar, causados por el mencionado préstamo original.

En 2024 la compañía volvió a perder dinero, 420 millones de euros, por lo que suma 4.555 millones en pérdidas en seis años. En 2023 los números rojos habían sido de 448,5 millones. En las cuentas del pasado año se recoge ingresos por 540 millones, activos valorados en el balance en 3.158 millones y un patrimonio neto negativo de 777 millones. Para reequilibrar la situación patrimonial de la compañía, la empresa convirtió a inicios de 2025 un préstamo participativo de varias filiales.

Con fecha de 31 de julio de 2024, realizó una operación acordeón en el capital de la sociedad que produjo la práctica salida del Santander de esta compañía. Acordó primero una reducción de capital y posteriormente una ampliación de capital suscrita totalmente por la luxemburguesa Quasar Investments, compañía a su vez de Blackstone.

Tras esa operación, el fondo estadounidense se quedaba con el 97,06% de Quasar y el Santander reducía su participación a 2,94%. Desde noviembre del pasado año se conocía que el banco tenía menos del 10% del capital de la sociedad conjunta, pero se desconocía el porcentaje exacto, una cifra que ahora se revela prácticamente como insignificante. La entidad presidida por Ana Botín ya tenía reflejada en sus cuentas la valoración de esa participación en cero.

La entidad ha reorganizado en los últimos años su presencia en el sector inmobiliario mediante la concentración en varias empresas propias, saliendo de algunas de empresas como Aliseda, y centrándose en su propio servicer (gestor inmobiliario) Diglo, el gestor de suelo LandCo y de inmuebles comerciales RetailCo.