Carlos Alcaraz acelera con la mente en el US Open | Tenis | Deportes

Dos semanas quedan para que arranque el US Open y Carlos Alcaraz parece estar aún lejos de su mejor versión. El murciano, que ganó el último de los cuatro Grand Slams de la temporada en 2022, superó este domingo, no sin sudar, al bosnio Damir Dzumhur (6-1, 2-6, 6-3) en la segunda ronda del Masters 1000 de Cincinnati, el torneo que cada verano precede al Abierto de Estados Unidos. Tras compartir unas risas en la red con su rival, más veterano, el joven de El Palmar salió de la pista central y, sin pasar por el vestuario, comenzó a pelotear con intensidad en una de las canchas anexas al Lindner Family Tennis Center. “Me he sentido como en una montaña rusa”, advirtió frente al Kings Island, el parque temático con las atracciones más espectaculares del país; “he tenido buenas sensaciones, sí, pero también malas; necesitaba quitarme las negativas y sentir que mi tenis sigue ahí. A fin de cuentas, tengo que recuperar la confianza”.

Para ello, más aún después de un mes sin competir (desde la final de Wimbledon ante Sinner), resultaba vital superar con garantías el encuentro de este martes ante Hamad Medjedovic, espigado bombardero al que le falta paciencia y juego de pies para escalar de la 72ª posición del ranking. Le costó a Carlitos, no obstante, restar los potentísimos saques del serbio, a quien nunca antes se había enfrentado como profesional. “Que se mueva, Charly, que se mueva”, indicaba desde el banquillo Samuel López, entrenador del número dos del mundo en ausencia de Juan Carlos Ferrero. Pronto agotó Alcaraz la paciencia de su rival y, a diferencia de lo que sucedió en su debut, pudo ahorrarse un set bajo el sofocante calor húmedo de Mason —una tormenta detuvo momentáneamente la jornada— para sentenciar el choque de tercera ronda por la vía rápida (6-4, 6-4). En octavos de final, el murciano se enfrentará al italiano Luca Nardi, quien selló su billete a la misma hora tras la lesión de Jakub Mensik, ganador este curso del Masters 1000 de Miami.

Antes, en cualquier caso, Alcaraz deberá ordenar sus ideas. A finales de semana, el tenista de El Palmar, de 22 años, viajará a Nueva York para disputar su quinto US Open, major en el que comenzó a escribir las primeras páginas doradas de su todavía corta trayectoria profesional. Fue entonces, con apenas 19 primaveras, cuando Carlitos se convirtió en el número uno más joven de la historia tras aplastar en la Gran Manzana a Casper Ruud. El pasado año, sin embargo, en esa misma pista, más lenta y con botes más altos que los que se dibujan en el azul infinito de Cincinnati, el murciano colapsó en segunda ronda ante el neerlandés Van de Zandschulp, quien no había sido capaz de arañarle un solo set en los dos enfrentamientos previos.

“Siento que he dado pasos hacia atrás, como que mentalmente no estoy bien”, se sinceró Alcaraz tras una debacle que le alejó de la lucha por el número uno. “Uno de los problemas que tengo es que no sé controlarme, no sé cómo gestionarlo y eso para mí es un problema”, añadió, afectado por una crisis a la que más tarde supo ponerle nombre. Un año después, el objetivo es el mismo: recuperar el trono y, por qué no, alejar ese temor al agotamiento mental, aún intacto en cada gira. Por delante, el joven de El Palmar tiene un calendario repleto de compromisos: US Open en pista dura, Copa Davis en la tierra batida de Marbella y, de vuelta a Estados Unidos, Laver Cup en superficie rápida. Todo, antes de la gira de final de año en Asia. Parece difícil, al menos a priori, abarcarlo todo.